Algunos lectores habrán oído hablar de la Web 3.0, pero, tal vez, no sepan exactamente de qué se trata. Nos referimos a la nueva generación de internet. Una nueva red que ahora se encuentra en plena fase de implantación y en la que, entre otros avances, se conseguirán democratizar mucho más las comunicaciones.
Haciendo un rápido repaso a la WWW, su primera generación estaba marcada por websites muy simples, estáticas y sin posibilidad de interacción, eran, prácticamente, informativas. El gran cambio llegó con la Web 2.0 (que es la que hemos conocido los últimos años), donde se permite, e incluso potencia, la participación de los internautas. Es el caso de los blogs, los foros y, por supuesto, las redes sociales.
Sin embargo, no todo el mundo está satisfecho con la forma en la que ha evolucionado internet, en gran medida, por el poder que han acumulado las principales empresas tecnológicas propietarias de los grandes servidores. Los usuarios reclaman una gran descentralización y tener voz en la construcción de esta red de comunicaciones. Y eso es lo que aporta la Web 3.0.
A través de tecnología como el Blockchain, que ya consiguió descentralizar las finanzas con las criptomonedas, se pretende repartir el poder y que los consumidores tengan más capacidad de decisión. Claro está que estos cambios acostumbran a implicar más derivadas. Y una de ellas es, precisamente, que la forma de relacionarse económicamente en la red (pagos, cobros, intercambios…) implicará más opciones.
Es bastante habitual que los diferentes portales digitales ofrezcan variadas modalidades para realizar los pagos. Lo saben bien aquellos que hacen algúndepósito jugando al casino online, unas plataformas que tienen una sección donde los usuarios encuentran opciones como las transferencias, las plataformas en línea, tarjetas de crédito, etc. La Web3 no sólo potencia el protagonismo de las criptomonedas, también facilita los ingresos sin intermediarios.
Novedades en la dinámica de las operaciones
Y esto ocurre porque se fomenta el contacto directo entre los usuarios y, también, porque la cadena de bloques permite encontrar nuevas fórmulas para ello. ¿Cómo se traduce la eliminación de estos intermediarios en los procesos de pago? Por un lado, con menores costes para los consumidores, ya sea en compras directas o en las compras que hacen los proveedores (si tienen menos costes, también pueden bajar sus precios).
Por otra parte, estas transacciones serán más ágiles y rápidas, ya que se eliminan algunas partes del proceso. Y también pueden ser más seguras, ya que la información personal no pasa por tantas manos; al mismo tiempo, la cadena de bloques, gracias a su naturaleza, permite mantener la trazabilidad de las operaciones. Además, se resta poder a algunas de estas entidades, lo cual forma parte del objetivo principal que rodea la creación de la nueva red.
Tampoco hay que olvidar que el Blockchain está detrás de los llamados “Contratos inteligentes”, un tipo de contratos en los que se registran las condiciones establecidas entre las partes, sin posibilidad de manipularlas, y se realizan los pagos de forma automática una vez se ha prestado el servicio.Los “Smart Contracts” son de aplicación en cada vez más transacciones, y se espera que formen parte de la Web3 para facilitar el comercio y la prestación de servicios.
En un momento en el que el uso de las criptomonedases cada vez más habitual y se han multiplicado las opciones para realizar los pagos en el entorno digital, estos cambios serán bienvenidos por los consumidores, ya que aprecian una mayor libertad y capacidad de elección sin renunciar a la seguridad. Además, la Web3 permite que los usuarios creen y comercialicen sus productos con contacto directo con sus clientes, lo que fomenta las iniciativas particulares y dotará de mayor variedad de productos y servicios a la red.
