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La historia de Alejandro Cordero, el profesor que comía en ollas populares y hoy lanzó el picosatélite 'San Martín' desde la NASA

El docente contó la historia de cómo llegó adonde está hoy y destacó que el principal objetivo que tiene en mente hoy es que "el lanzamiento de una constelación de satélites en miniatura", que permita la conectividad en las zonas más remotas a nivel global.

13 Enero de 2022 21.02

Todo empezó con una pizarra. Alejandro Cordero recuerda el día de 2019 en el que volvió a ser docente, esta vez en la Escuela Técnica Nº 5 de Mar del Plata, con la intención de generar en sus alumnos un entusiasmo que parecía perdido en los pasillos del instituto escolar. “Lo primero que hice cuando llegué al aula fue tirar el pizarrón de tiza, que realmente lo odio, y puse uno de fibra. También pinté las paredes, corté las mesas, puse una cafetera y modifiqué todo el ambiente. Luego de eso, ahí sí les pregunté a mis alumnos si querían construir un satélite”. 

De aquel germen pasaron no solo casi tres años, sino también un proyecto estudiantil validado a nivel internacional, la creación de la empresa Innova Space ?valuada en 40 millones de dólares- y el lanzamiento, este jueves desde Cabo Cañaveral, del primer picosatélite de Latinoamérica, denominado San Martín Al Espacio. “El principal objetivo es que el lanzamiento de una constelación de satélites en miniatura permita la conectividad en las zonas más remotas, no solo en el país, sino a nivel global, dice Cordero entusiasmado.

El profesor técnico habló pocas horas antes de que despegue el picosatélite MDQubeSAT-1 desde SpaceX, el área diseñada por Elon Musk en la NASA.

“No me alcanza el tiempo para seguir haciendo cosas”, contó Cordero, quien además de ocuparse de los últimos detalles del lanzamiento debió enfrentar un problema adicional: la tercera ola de contagios que vive el país. De los catorce empleados de Innova Space, la mitad se encuentra aislada por el coronavirus. “Yo creo que ni siquiera la COVID-19 nos va a parar. Estamos muy expectantes y lo único que pensamos es en el mediodía del jueves”. El lanzamiento se concretó con éxito.

San Martín Al Espacio pesa menos de 500 gramos, y mide 10x5x5 centímetros, lo que permitirá un lanzamiento aeroespacial a muy bajo costo

¿Qué podrá conseguir este satélite que mide menos que el largo de una lapicera? Cordero, como no podía ser de otro modo, lo explicó con soltura. “Buscamos proporcionar información de Internet de las Cosas (IOT) donde no la hay. Hoy el 70 por ciento de nuestro país no tiene cobertura. A nivel mundial, la cifra asciende al 80 por ciento”, reflexionó. 

Esta tecnología OIT permite conectar distintos dispositivos para ser controlados desde un comando concentrado. Por caso, tanto en Agricultura como en Minería, se podrían vincular los sensores para medir el nivel de los cultivos, el volumen de riego o el nivel de extracción. El proyecto de Cordero es enviar una constelación de 120 satélites ?denominada Libertadores de América- para alcanzar la meta de la conectividad global. 

Articulación privada - estatal

Todos los picosatélites elaborados por Innova Space fueron fabricados íntegramente en los talleres de Neutrón, una compañía que apoyó la creación de la startup diseñada por Cordero. Pero además del apoyo de la compañía privada, el MDQubeSAT-1 contó con el respaldo del Ministerio de Desarrollo Productivo, que a través del financiamiento ARN (Aporte No Reembolsable), superó una inversión de 50 millones de pesos. 

“Sin la articulación privada - estatal no hubiésemos podido llegar al lugar donde estamos”, indicó el “innovador peronista” -tal como se define en Twitter- aunque insiste que el Estado tiene que dar “un pasito más”. “El Estado debe ser parte del negocio, no tiene que ser mala palabra que el Estado tome acciones de la compañía, por ejemplo de Innova Space. Porque al final, si la compañía es exitosa, esa plata vuelve al Estado y se reinvierte en otras empresas o pymes. Creo fuertemente en ese crecimiento del Estado, de pasar a vincularse, pero creo que debería dar un pasito más y tomar acciones de esas compañías”, completó.

Cordero, con Santiago Cafiero, meses antes del despegue del picosatélite.

El valor de lo nacional

La primera parte del proyecto del picosatélite surgió enteramente de las aulas de la Escuela Técnica marplatense, ubicada a varios kilómetros de la céntrica Plaza Colón. 

En menos de tres meses, Cordero y sus alumnos armaron el prototipo y un documento formal (“que no tiene nada que envidiarle a los papers científicos de un doctorado", cuenta el Profe) para presentarlo en el Congreso de Satélites en Escocia. 

“El proyecto no solo fue aprobado, sino que nos invitaron a viajar a seis alumnos y dos profesores” expuso y agregó que muchos de los chicos no solo nunca habían viajado en avión sino que tampoco habían salido de la ciudad balnearia.

“Que esto se haya dado en una escuela pública me llena de orgullo. La mayoría de los alumnos venían de la periferia, de los barrios más humildes y pobres de Mar del Plata. Pero también había hijos de familias pudientes, que en invierno no estaban porque viajaban a Miami. Pero entre ellos jamás hubo una diferencia. Esa amalgama de la escuela pública es inigualable”, comentó.

Poco antes de volver a ser docente, Cordero lideraba una pyme metalúrgica. Pero en 2018, en plena apertura de importaciones, debieron bajar las persianas de la empresa. Hoy reivindica que el picosatélite sea un producto elaborado cien por ciento nacional. “Por eso el nombre de San Martín. Es el hombre que cierra la grieta en nuestro país”, dijo a este diario, orgulloso de nombre utilizado para bautizar a la mininave que irá de polo a polo y tardará 92 minutos en dar la vuelta al mundo.

Un detalle “patriótico” más. El picosatélite también tendrá el logo de las Islas Malvinas. “Otra muestra de soberanía”, completó, acerca del San Martín que orbitará a 600 kilómetros de la Tierra.

Meritocracia

Al final de la entrevista, Cordero habla de sus orígenes. Oriundo de José C. Paz, en lo profundo del Conurbano, recordó los días en los que solía comer de las ollas populares del barrio y destacó el esfuerzo de sus padres, quienes insistieron en su formación académica, "pese a que ninguno de los dos había terminado ni siquiera la primaria".

“Ninguno de mis amigos pudo seguir luego de la secundaria. Yo fui el único de todo el barrio que pudo tener un estudio superior”, rememoró, mientras comenta, al pasar, cuál fue su primer trabajo: barrendero para la multinacional Pepsico.

Cuando se le consultó por la concepción de la meritocracia, el creador del primer picosatélite latinoamericano que orbite en la Tierra, no dudó en remarcar el valor del esfuerzo personal, aunque subrayó y ponderó la necesidad de que la educación sea accesible para todos los estratos sociales

“Una vez leí a (Daniel) Filmus decir que el trampolín del salto de la clase baja a la media es el estudio. Esto me quedó muy grabado. Ojalá toda la gente más marginada tenga esa posibilidad”, concluye.